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La Hepatitis
El hígado es un órgano que se encuentra situado en el cuadrante superior derecho del torso, y cuyas funciones principales son las de la filtración y eliminación de sustancias como medicamentos o alcohol, así como almacenamiento y síntesis de nutrientes y regulación de la homeostasis en el cuerpo. Es el órgano que produce proteínas muy importantes como la albúmina, y también se encarga en gran medida de la captación, liberación y almacenamiento de glucosa (en forma de glucógeno), por lo que tiene un papel importante en el mantenimiento de la glucemia correcta en el organismo.
El hígado también sintetiza colesterol, que es un componente esencial en las membranas celulares, y también sintetiza lipoproteínas, que son transportadores que trasladan a demanda este colesterol y los ácidos grasos (como fuente de energía) del hígado hacia los tejidos donde se necesiten.
El término hepatitis se refiere a una inflamación en el hígado. Esta inflamación puede estar debida a numerosas causas, como una infección por un virus, un consumo de alcohol excesivo y prolongado, puede ser también autoinmune, es decir, que el propio cuerpo reacciona contra nuestro hígado como si fuera un potencial peligro sin que aparentemente tuviera que hacerlo, etc.
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La hepatitis a largo plazo provoca que el hígado vaya perdiendo funcionalidad, y poco a poco un hígado sano va adquiriendo fibrosis, y cuyo último estadio se denomina cirrosis hepática. Para clasificar la evolución de la fibrosis existen diferentes escalas, la más conocida en nuestro entorno es la escala metavir, donde se clasifica la enfermedad en cinco fases en función de la cantidad de fibrosis que presente el paciente, de F0 donde no hay fibrosis, F1: fibrosis, F2: fibrosis en puente, F3: fibrosis portal y por último F4: cirrosis. En esta última fase de cirrosis, el hígado ha perdido mucha de su capacidad funcional, pueden aparecer problemas como descompensaciones hepáticas, y se aumenta el riesgo de padecer cáncer de hígado (hepatocarcinoma). La escala metavir también mide la inflamación hepática, con un baremo que va numéricamente de 0 a 3, y a mayor número otorgado, más inflamación presentará el hígado.
La manera que se tiene de definir el avance de la fibrosis en el hígado se basa principalmente en dos técnicas:
- La biopsia hepática, donde se extrae del paciente una porción muy pequeña de hígado, que posteriormente es analizado por un médico especializado en qué fase de la enfermedad se encuentra este hígado. Esta es una técnica invasiva que tiene ventajas e inconvenientes, como por ejemplo que permite ver sólo una pequeña muestra que puede o no ser representativa del resto del hígado.
- Recientemente se ha extendido el uso del fibroscan, que es un aparato basado en la tecnología ecográfica que permite medir la elasticidad del hígado. Esta técnica no es invasiva, con lo que evita riesgos de complicaciones que sí presenta la biopsia, pero por el contrario puede confundir algunos signos como la inflamación o que el paciente sea obeso con un mayor grado de fibrosis del que realmente tiene el paciente.
Si no se logra controlar y detener la historia natural de la hepatitis, algunas personas necesitan recurrir al trasplante de hígado para sobrevivir, y en casos de hepatitis virales, incluso después del trasplante, el virus reaparece.
Pruebas de función hepática:
- Bilirrubina: refleja la capacidad del hígado para captar, procesar y excretar bilirrubina en la bilis; y cuando existe una enfermedad hepática, estas concentraciones se pueden ver aumentadas.
- Albúmina: es una de las proteínas más presentes en nuestro cuerpo, y cuando se ven concentraciones bajas puede ser indicador de daño en el hígado, aunque no siempre es específico.
- Tiempo de protrombina: mide la coagulación de la sangre, y cuando los valores están alterados, es indicador de anomalía hepática.
Signos y síntomas clínicos de la disfunción hepática:
Aunque normalmente la fibrosis hepática y la cirrosis no se asocian a ningún síntoma específico o aparente en muchos casos, los pacientes con cirrosis pueden presentar picos de fiebre, arañas vasculares y en casos de avance de esta cirrosis se pueden producir las llamadas descompensaciones hepáticas, pueden aparecer ictericia (color amarillento en la piel y ojos debido a una acumulación de bilirrubina porque el hígado no es capaz de procesarla), ascitis (acumulación de líquido en el abdomen) o encefalopatía hepática (toxinas que el hígado no es capaz de eliminar que provocan un deterioro en la capacidad de juicio ya que éstas llegan al cerebro).
Tipos de hepatitis:
- Hepatitis Virales:
Las hepatitis virales son clasificadas por letras, así existen la Hepatitis A (HAV), Hepatitis B (HBV), Hepatitis C (HCV) y Hepatitis E (HEV)
- Hepatitis autoinmune:
La hepatitis autoinmune es una enfermedad inflamatoria crónica que viene causada por el propio sistema inmunitario del paciente, el cual ataca las células del hígado porque las confunde con un elemento externo dañino.
- Hepatitis alcohólica:
Como su nombre indica, esta enfermedad está causada por la ingesta de alcohol, que acaba conduciendo en una cirrosis en algunos casos.
- Hígado graso:
Es una enfermedad estrechamente relacionada con la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico. Está basada en la acumulación de grasa en el hígado, y es una patología muy relacionada con los países industrializados, ya que está estrechamente vinculada a los malos hábitos de vida: mala alimentación y sedentarismo.